martes, 18 de septiembre de 2012

La Identidad Nacional y el Servicio Militar


La Identidad Nacional es un sentimiento compartido por una comunidad política, que tiene como fundamento a la Nación. De acuerdo a Anthony D. Smith sus elementos son: un territorio histórico, una comunidad político-legal, la igualdad político legal de sus integrantes, y una ideología y cultura cívica colectivas.

Concepto que en nuestro país se ve dificultado por las diferentes etnias, culturas, lenguas, costumbres que existen, a lo que se suma la falta de articulación de un territorio sumamente accidentado ,  un sistema político-legal que aún no se hace presente en diferentes partes del país  y un sistema legal que no brinda igualdad de oportunidades.

Todos sabemos, en alguna medida, que la Identidad Nacional en nuestro país es débil, no obstante  existen fuertes identidades regionales y locales, pero la suma de ellas no la totaliza. Tenemos una comunidad cuya conciencia como conjunto es imprecisa y errante. Ello se pone en  evidencia en la falta de conocimiento y de identificación de muchas personas, especialmente los jóvenes, tanto sobre los símbolos de la patria, así como la falta de identificación entre  los pobladores de  las distintas partes del país.

Parte de nuestra sociedad es ajena al sentimiento de identidad, ya sea porque no lo han experimentado al no conocer las otras culturas o son indiferentes ante ellas y no respetan la interculturalidad  o porque el Estado no ha llegado hasta ellos. La ausencia de un proyecto político que promocione la Identidad Nacional ha permitido que se llegue a esta situación.
La globalización como fenómeno mundial acentúa aún más esta debilidad, al erosionar y difuminar los límites del Estado –Nación y promover entre otras cosas una globalización cultural. Frente a ello hay una lógica reacción por parte de los pueblos, donde las tradiciones y costumbres se reafirman y enfatizan, llamándose a este nuevo fenómeno la glocalización.

Existen diversas políticas que podrían fortalecer la Identidad Nacional. Una de ellas, que siempre ha existido es el Servicio Militar que los jóvenes efectúan en las FFAA, donde prestan sus servicios en diferentes cuarteles y bases a lo ancho y largo del país. Ellos llegan a alcanzar una  mayor identificación con los demás miembros del país. Es en estos lugares donde las identidades regionales y locales, si bien subsisten, se subsumen a una identidad mayor, que es la nacional.

El joven recluta aprende a tener un sentimiento colectivo compartido con los demás, en base al cultivo de tradiciones, símbolos, códigos que las diferentes reparticiones militares, donde realizan su servicio militar, le ofrecen. De este modo, se crea una comunidad sujeta a deberes y obligaciones, las que son aplicadas a todos sus integrantes en forma similar, traduciéndose en recompensas y castigos. De manera tal que  podría afirmarse que las bases y cuarteles reproducen a una menor escala los elementos que requieren robustecer una identidad.

Estos hombres que voluntariamente ofrecen su servicio al país son capacitados para asumir la defensa del país de las diferentes amenazas que pueda tener, también es un contingente que regresa a la sociedad con una mentalidad diferente, están empoderados por las diferentes enseñanzas y experiencias que han vivido. Todo ello posibilita una mayor identificación con el conjunto total, ese sentimiento colectivo que permite unir a los peruanos y ser solidarios frente a aquello que pueda dañar o herir el orgullo nacional

jueves, 2 de agosto de 2012

Mercado Jarrín como político-diplomático


Hace poco más de un mes dejó de existir Edgardo Mercado Jarrín. Considero que fue un hombre que se adelantó a su época; fue militar, político y diplomático, internacionalista, ensayista, geopolítico; era un hombre multidisciplinario, un profesional con diversos conocimientos que podía abarcar diversas materias, lo que también lo facultaba para investigar, escribir y tomar decisiones de la mejor manera posible, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
Hoy tenemos aproximaciones para entender a los hombres que se adelantaron a su tiempo; una de ellas es del Dr. Alex Robertson, filósofo investigador, quien sostiene que esos hombres tenían una mayor capacidad de codificación y decodificación de información, de tal manera de incrementar su “partitura mental”. De esta forma adquirían  un conocimiento integral o “holístico”  que les permitía ver más allá de los conocimientos culturales pautados por la sociedad. Este conocimiento lo compartían a través de sus diferentes obras. 
Su profundo compromiso y amor que tenía por su carrera militar y por el Perú lo llevó a comunicar, a través de diversos escritos,  sus preocupaciones y conocimientos acerca del desarrollo estratégico, político y económico de países del mundo desarrollado y países de Latinoamérica en su relación con nuestro país. Así mismo formuló planteamientos relacionados con el desarrollo interno del país de largo plazo, incidiendo en forma particular en la generación de núcleos de cohesión y las fronteras vivas.
Hay muchas maneras de como aproximarnos a la personalidad de este distinguido militar; en este post quisiera referirme al Mercado Jarrín político. A través de su producción podemos distinguir su preocupación por la seguridad colectiva de la región,  donde consideraba que los problemas de seguridad de la misma eran más de orden económico, político y social que militares, manifestando: “Debe haber un nuevo concepto de seguridad regional: la capacidad de cada Estado para resolver los problemas críticos de tipo social y económico, de acuerdo a criterios de justicia, de una manera igualitaria y democrática”  (Mercado, 1989: 64). Señala además que debe haber un replanteamiento de las concepciones de seguridad, orientándola hacia una “seguridad cooperativa”, que implicaba una percepción conjunta de la seguridad en la región.
Por otro lado, esta preocupación también iba dirigida a la conformación de un ente supranacional de seguridad, tal es así que se anticipó a la creación del Consejo de Defensa Sudamericana (2009) órgano actual del UNASUR (2008), ya que él preconizaba en el año 1989 un Sistema  de Seguridad colectiva,  cuya función fuera la de condenar la guerra de agresión y que buscar disminuir las posibilidades de un conflicto armado,  señala así mismo los elementos por los cuales estaría conformado (Mercado, 1989: 133)
Como diplomático tuvo un protagonismo importante cuando lidero el Ministerio de Relaciones Exteriores durante tres años, estableciendo relaciones diplomáticas con países que tradicionalmente no se habían realizado por la sujeción que existía a los EEUU. Con el impulso del Acuerdo de Cartagena y el Movimiento de los países No Alineados (ni capitalismo, ni comunismo), el Perú dio muestras de liderazgo internacional y fue uno de los pocos períodos donde el Estado fue verdaderamente soberano.
Así mismo, su compromiso con la democracia  se puede evidenciar mediante las siguientes citas: “En América Latina no puede haber paz verdadera sin desarrollo con justicia social, libertad y democracia” (Mercado, 1989 : 98),   “…la seguridad del Estado no solo debe obedecer a la necesidad de defender la soberanía y la integridad territorial, sino además el funcionamiento del sistema democrático, de las instituciones públicas, y ampliarse a la protección unilateral y multilateral de la gente  y del gobierno…” (Mercado, 2001: 412)
En cuanto a las relaciones civiles militares, cuestiona tanto a la Constitución del 93 como la del 79, donde “no se advierte a cabalidad disposiciones específicas sobre las relaciones civiles militares que coadyuven a una efectiva subordinación de las FFAA al control político de los gobiernos y al fomento de una cultura castrense democrática…” (Mercado, 1995: 251).
Indudablemente que Mercado Jarrín puede ser analizado bajo otros puntos de vista en su prolífica carrera profesional, sólo he considerado una parte de ella mediante algunos rasgos de este militar ejemplar.

sábado, 19 de mayo de 2012

El "Acta de Sujeción"

Nuevamente se ha puesto sobre el tablero político el tema del acta de sujeción, a raíz del nombramiento de un Ministro, a quien se le acusa de haber firmado dicha acta. Esta situación viene siendo magnificada y “aderezada” por los medios periodísticos, tanto televisivos, radiales y  prensa escrita
Dentro de la invectiva de algunos periodistas, se deslizan algunas inexactitudes y otras carecen de verdad, tales como: “que las firmas se produjeron en la salita de Montesinos”, “que la reunión fue convocada por Montesinos”, “que es una acta de sujeción al gobierno corrupto de Montesinos y Fujimori” “que los oficiales que habían firmado estaban traicionando la Constitución”. En estos días, un político manifestó: “hubo generales que se opusieron a firmar el acta” y otras medias verdades.
En realidad no hubo ninguna acta de sujeción como ha sido llamada, tanto por políticos como periodistas. Lo que se efectuó fue un respaldo por escrito al Comando Conjunto y a las  tres Fuerzas Armadas, es decir fue el respaldo a un conjunto de acuerdos que previamente habían efectuado los altos mandos y que luego de una exposición ante Coroneles y Generales, fue firmado por los asistentes, que lo hacían mediante una lista donde llamaban a cada uno por su nombre. No cabe hablar de una sujeción a los altos mandos, ya que ésta prexiste por la naturaleza del sector castrense.
Veamos el contexto en que se realizó, se llevó a cabo en una instalación de la Fuerza Armada que, al igual que en otras oportunidades, se citaba a los Oficiales para ponerlos al tanto sobre la situación de seguridad como política, reunión que por lo general terminaba con un almuerzo de camaradería. Es fácil suponer que detrás de estas reuniones estaba la mano del gobierno y de Montesinos, pero ellos no convocaban, quienes lo hacían eran los altos mandos. Y, al igual que otras acciones incorrectas que se realizaron durante la nefasta década querían “institucionalizarlo” al comprometer a todos o la mayoría de Oficiales, de manera que se sintieran respaldados si mañana más tarde les pedían cuenta (como sucedió y como muchos de los presentes sabían que iba a suceder).
Algunos periodistas preguntan ingenuamente si la firma fue en forma voluntaria. ¿Cómo puede ser voluntario en un régimen vertical, jerárquico, de obediencia y coacción? Si a esto le sumamos el clima que existía de cooptación a gran parte de la sociedad, en manos de un régimen corrupto y trasgresor moral, en donde si el gobierno notaba alguna disconformidad de los oficiales, estos eran simplemente pasados al retiro, en el mejor de los casos y en otros trataban de implicarlos en  actos judiciales sin tener ninguna culpa.  ¿Qué opción tenían los asistentes? Un periodista si no esta de acuerdo con la línea del medio periodístico puede cambiar de medio. Un Coronel o General, con mas de 25 años de servicios, no. Si algún Oficial no firmó, es porque estaba en la situación de retiro, no en actividad.
 ¿Qué porcentaje de los firmantes eran corruptos o ganados por el régimen? Esto no es fácil de estimar. Lo que se puede asegurar es que muchos de estos Oficiales no tenían nada que ver con el régimen. No estaban en componendas con el gobierno y no tendrían porqué ser enlodados cada vez que aparecen noticias sobre la denominada “acta de sujeción”. Muchos de ellos son Oficiales de impecable trayectoria profesional y moral.
Este tipo de imputaciones inexactas deterioran aún más las relaciones civiles militares, que ya vienen siendo maltrechas del régimen del gobierno anterior. Este ensañamiento político y mediático acrecienta las brechas existentes en dichas relaciones, lo que atenta de alguna manera con la seguridad nacional y fragmenta aún mas nuestra sociedad.
Hoy vivimos otro escenario, con un contexto político donde existe un Estado de Derecho, hay una marcha hacia la consolidación democrática; existe un clima para garantizar los derechos de los ciudadanos; se han restructurado algunos aspectos de la carrera militar, en este tema se ha cuestionado la debida obediencia; por último, hay un reconocimiento de la Fuerzas Armadas que se encuentra bajo un control democrático. Situaciones como las vividas en la nefasta década de los 90s, esperemos que nunca más se repitan.

jueves, 12 de abril de 2012

El Profesionalismo Militar

Cuando se trata el tema del profesionalismo militar, muchos militares lo asumen a la preparación que han tenido a lo largo de su carrera en diferentes cursos, ya sea en su propio Instituto, Universidades o en el extranjero. Es por ello que esos mismos militares se sienten ofendidos cuando escuchan a autoridades o políticos, que falta más profesionalismo militar en las FFAA (1). Como veremos el profesionalismo va más allá de la capacitación y entrenamiento del oficial.
El militar es un profesional; como cualquier otro profesional esta sujeto a ciertas características que le dan esa connotación. Todo profesional, en forma general, tiene una experiencia adquirida, consolida un grupo de características peculiares que lo hace diferir que quienes no lo son, y tiene una responsabilidad que asumir con respecto a la sociedad. En otras palabras como lo menciona Samuel Huntington en su obra “El Soldado y el Estado”, sostiene que las características principales de la profesión militar son: la maestría, la responsabilidad y el corporativismo (2).
Es preciso señalar también, que a diferencia de otras profesiones, el militar tiene una habilidad central, “la administración de la violencia”, denominada así por Harold Lasswell. Es  una habilidad peculiar del oficial, común a los oficiales de tierra, aire y mar, necesaria para el cumplimiento de los objetivos de una fuerza militar (3).  Es indudable que esta habilidad y competencia del oficial será mayor mientras las organizaciones de violencia sean más grandes y complejas y mayor sea el número de situaciones y condiciones en las cuales puedan ser empleadas. Valga la aclaración, que esta habilidad es la de administrar la violencia, no el acto de violencia en sí mismo; como el caso del personal enrolado, que es especialista en la aplicación de la violencia, no en su administración.
Con respecto a la maestría, Huntington, alude que el profesional es un experto con un conocimiento y una habilidad, especializado en un campo significativo del saber humano, y que su maestría de ese profesional sólo se logra por medio de una prolongada educación y experiencia; esta mas que nada relacionada con la habilidad que adquiere basada en patrones de comportamiento propios de la profesión.
En cuanto a la responsabilidad; señala que el profesional trabaja en un contexto social y desempeña un servicio que es esencial para la sociedad  y que el carácter esencial y general de su servicio, así como el monopolio que ejerce sobre su habilidad le imponen al profesional la responsabilidad de cumplir el servicio cuando la sociedad lo requiera. La responsabilidad principal del oficial militar para con el Estado es el de asesor experto, y al igual que otras profesiones solo le concierne un segmento de las actividades de su cliente; en consecuencia, no puede imponerle decisiones a su cliente que tengan derivaciones que vayan más allá de su campo de competencia especial. (4)
El corporativismo, para el mismo autor; la profesión militar es una profesión pública burocratizada, al igual que otras profesiones; pero a diferencia de éstas, la estructura  corporativa del cuerpo de oficiales no sólo incluye a la burocracia oficial sino también a sociedades, asociaciones, escuelas, periódicos, revistas, tradiciones y costumbres.
Otro estudioso del profesionalismo militar es Morris Janowitz, con un enfoque más sociológico que político, define la profesión militar como una amalgama de líderes heroicos, militares administradores y técnicos especialistas; y un oficial puede ser capaz de personificar cualquier combinación de esos elementos.(5)
Charles Moskos,  al término de la Guerra Fría, coincide en parte con Janowitz, al proponer que el profesionalismo del militar ha ido cambiando en función a las amenazas que se presentaban. Así menciona que el Oficial que nace con el Estado es un guerrero nato, capaz de conducir tropas, con habilidad técnica y táctica, todo ello en función a la defensa del territorio; este guerrero, con  organizaciones más complejas, con armas de nuevas tecnologías, pasa a ser el gran administrador y tecnólogo. Por último, en función a las nuevas misiones: de pacificación, de ayuda humanitaria, de sofocación de grupos rebeldes mezclados con la población, el perfil dominante es el de un académico, diplomático y con un buen manejo de la prensa. Ello no quiere decir que no coexista con otros oficiales con  el perfil guerrero,  toda vez que éste siempre existirá como el corazón de la fuerza. (6)
Todos estos autores coinciden que la incursión de los militares en la política, los desprofesionaliza, habida cuenta que dedican parte de su labor a realizar tareas que no tienen que ver con la tarea principal que la Constitución les asigna. Por otro lado en aspectos políticos, siempre existen varias tendencias ideológicas en cualquier grupo humano, inclusive en el de los militares, lo que va a ocasionar fisuras en sus organizaciones.
Ahora bien, se han tratado aspectos relacionados a la caracterización de la profesión militar, así como su evolución, en forma sucinta; sin embargo, existe otro factor muy importante que compromete el profesionalismo militar, que es la ética militar. Ella está compuesta de valores, creencias, actitudes, entre otros; de manera tal que forman un patrón que pueda ser usado para juzgar el profesionalismo del militar. En otras palabras de nada vale la preparación, experiencia, entrenamiento y otras cualidades de la profesión militar si esta no es empleada dentro de una ética profesional militar
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 (1) Esta alusión se debe más a la participación casi continua que han tenido los militares en la política nacional
 (2) HUNTINGTON, Samuel. El Soldado y el Estado. Teoría y política de las relaciones cívico-militares. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, p. 20
(3)  Cabría preguntarse: ¿Cómo se va a administrar dicha violencia? ¿Qué daños se va a causar? ¿Qué tipo de armas se va a usar? ¿Se va aplicar la violencia o sería preferible un amagamiento? ¿Cuál será la contundencia de su empleo?; estas y otras preguntas podrían plantearse al momento que el conductor de hombres tenga que tomar decisiones al respecto.
(4)El segmento a que se refiere Huntington, es el militar; cualquier otro asesoramiento o influencias fuera de su campo de acción, sería involucrarse en otras áreas de carácter político.
(5)  JANOWITZ, Morris. The Professional Soldier. A social and political portrait. The Free Press. NY, 1971 p. xiii
(6) MOSKOS, Charles. The Postmodern Military. Oxford University Press. New York. 2000