miércoles, 28 de septiembre de 2011

Deterioro de las relaciones civiles militares


Paseo de la Bandera en Trujillo


Según informaciones periodísticas la imagen del Perú en tema de derechos humanos se viene deteriorando últimamente, teniendo como previos antecedentes los sucesos de Bagua y Moquegua, que a la fecha no tiene responsables.
Por otro lado, ya casi estamos acostumbrados que casi todos los Ministros de Defensa, y en especial los tres últimos del Gobierno pasado, se han esmerado en distanciar las FFAA de la sociedad a través de sus medidas y actuaciones, lo que fue publicado en el post del 27 de Julio .Pensaba que el Ministro Mora iba a ser más cauto y más político, sin embargo sus últimas desafortunadas declaraciones no se condicen con la actitud de un Ministro que está dirigiendo la cartera de Defensa, habida cuenta que también está representando al gobierno en su totalidad, por lo que resulta extraño que cuestione los procesos judiciales ante la Corte Interamericana de DDHH así como descalificar a todas las ONGs  , acusándolas de querer desaparecer a las FFAA. Estas declaraciones han causado preocupación no solo a los aludidos sino también a líderes de diversos partidos políticos e inclusive dentro del mismo Gana Perú. Es lamentable estas declaraciones que considero que enturbian aún más las relaciones civiles militares y se abren frentes innecesarios en la sociedad.
Una de las brechas más importantes en las relaciones civiles militares en nuestro país es el enjuiciamiento dilatado de alrededor de 800 militares por acusación por delitos contra los derechos humanos en la guerra interna contrasubversiva contra los terroristas de Sendero Luminoso y Tupac Amaru, y el otro tema es el contenido del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, recusado por una gran mayoría de militares. Considero que son grandes obstáculos que impiden una mayor confianza entre las autoridades políticas con los militares y éstos con la sociedad. Una sociedad recelosa de sus militares y éstos a su vez de sus autoridades políticas que encarnan el proceso democrático del país no permite crear condiciones de seguridad en nuestro país, ante amenazas de carácter externas o internas, de ahí el gran riesgo de no mantener unas adecuadas relaciones civiles militares
En un proceso de transición democrático que ya lleva 11 años, normalmente va acompañado de un proceso de transición militar hacia una democracia consolidada, indudablemente que este segundo proceso va a depender fundamentalmente de las medidas que adopte el sector político; mientras que el sector político no de muestras de profundizar el proceso democrático y no asignar roles claros y definidos a la Fuerza Armada en este nuevo siglo, mayor va a ser  la confusión, desazón e inconveniencias en las expectativas de los militares. Análisis interesante que hace al respecto el Mayor General Jorge Rendón en su artículo Las Fuerzas Armadas que el Perú necesita, en la Carta Mensual del  ADOGEN No 06 – 2011.
 De manera análoga  la clase dirigencial del país que mantiene un statuo quo frente a la modernización del pensamiento militar también es ajena a esta preocupación que debería ser de carácter nacional, sin embargo mantiene secretamente una añorada remembranza del poder militar para balancear el nivel político de acuerdo a sus intereses  particulares, como lo fue en gran parte del siglo XX.



domingo, 4 de septiembre de 2011

Primaveral inicio del nuevo gobierno

Al mes del inicio del gobierno de Ollanta Humala, tirios y troyanos coinciden, que este primer mes ha sido de un saldo positivo para la nueva gestión, hasta la prensa más enconada contra este movimiento político durante la campaña política, ha sido, por decirlo de alguna manera, suave dentro de sus comentarios, no sin dejar de levantar aspectos puntuales que consideran negativos.
Dentro de este contexto se están estableciendo nuevos acomodamientos en las relaciones civiles militares, relaciones sui generis ya que se dan dentro de un período de transición democrática, se ha elegido un presidente que ha sido un profesional militar[1]. Enmarcado en ello, están los nombramientos que se han realizado tanto en las dos carteras de gobierno, en órganos gubernamentales y algunos funcionarios en los mismos que son de procedencia militar. Ha habido una corriente de opinión, particularmente periodística que se estaba militarizando el gobierno; es de suponer que los hombres designados son de la confianza tanto del Presidente como de los despachos y organismos que los han nombrado.
Pero el tema a considerar es que, ya sean civiles o  procedencia militar, si es que cumplen con el perfil del cargo para el cual están siendo nombrados; es decir si poseen el conocimiento y experiencia del puesto, tener una visión democrática que son funcionarios al servicio de una nueva sociedad, con profundos cambios sociales, impulsados por las grandes transformaciones producidos desde la última década, en el mundo y en América Latina; así como si dejan el sesgo castrense para tener una mayor visión política estratégica de la función que le han encomendado. Sus resultados nos darán una respuesta al cabo de un prudencial tiempo.
Por otro lado acudo a una explicación de Pion Berlin[2], cuando establece que en un país que se halla en un período de transición democrática y sus instituciones gubernamentales aún  son débiles e inestables, como es el caso nuestro; el nuevo Presidente se apoya en gente de su entorno que le sean confiables, así como en ciertos mandos de la Fuerza Armada, que le proporcionan cierta estabilidad, garantía para poder cumplir y lograr los objetivos que se ha trazado. Teoría complementada por Peter Feaver[3] con su conocida analogía del “principal” y el “agente”, donde el principal es el Presidente y los agentes son las personas a quienes nombra, delegándoles la responsabilidad de velar por la seguridad del país.
Sin embargo es preciso señalar que el nuevo presidente, durante este tiempo ha asumido en la conducción del país una posición política democrática y las señales que ha estado dando son auspiciosas para este nuevo gobierno, particularmente para la inclusión social, la lucha contra la delincuencia y el tráfico de drogas, último aspecto que fue duramente cuestionado por la suspensión temporal que hubo de la erradicación de los cultivos de coca.
Esperemos que dentro de este nuevo marco gubernamental, las relaciones civiles militares, sean mucho más armónicas que las del gobierno pasado, que dejaron un saldo negativo


[1] Aunque muchos pudieran decir que continua siendo militar; es un tema de discusión que lo dejo para otro momento
[2] Estudioso norteamericano que ha investigado las relaciones civiles militares durante cuarenta años en América Latina.
[3] FEAVER, Peter. Armed Servants. Agency, Oversight and civil – military relations. Harvard 2003